Que se veía venir, es fácil decirlo ahora, a toro pasado.
¿Qué otra cosa podíamos esperar de una economía española, cimentada en el ladrillazo, la barra libre en los créditos bancarios y el vivir de la renta? ¿De veras creíamos que la banca pagaría los platos rotos y recibiría una lección para toda la vida? Nada es para siempre.
Hace unos años, en clase, resultaba muy difícil convencer a un niño a punto de cumplir dieciséis, de que dejar los estudios para ir de peón de albañil a una cuadrilla, era semejante a un harakiri del que se arrepentiría toda la vida. Pero a él se le ponían los ojos como platos al ver pasar a un excompañero mayor, luciendo palmito con un deportivo por las inmediaciones del instituto.
Ahora, nos la han dado todas en el mismo lado. La parafernalia de márketing político y el derroche de capital no eran más que pompas de jabón y fuegos de artificio. Y nadie puede vivir sólo de las apariencias.
Cuando la tozuda realidad pega a tu puerta como un inspector de hacienda que te exige facturas, y los que verdaderamente mandan poner orden, todo el personal se cuadra, da trato de vuecencia, cambia de camisa con pasmosa facilidad y donde dije digo dije diego. Todo sea para conseguir que los amos del mundo te acaricien la cabeza con un «good boy» con acento esperanto en los labios.
¿Y qué hay de nosotros los empleados públicos?
Asistimos a un silogismo transitivo que los medios de comunicación «ponen a huevo».
Primera premisa, el mal del gobierno español está en el déficit,
Segunda premisa, hay que recortar el número de empleados públicos y sus salarios.
Conclusión, los empleados públicos son el mal de España.
De la misma forma las pensiones de los jubilados son un despilfarro, los inmigrantes sobran, los contratos definitivos son un lastre para las empresas, los productos bienes superfluos a los que gravar y los bancos privados, unas pobres víctimas a las que ayudar con créditos públicos. El silogismo hubiese sido otro en la calle si la reducción de gastos hubiese afectado a los gastos en armamento, o si las ayudas a los bancos se hubiese efectuado tras los recortes a nuestros salarios y la congelación de pensiones. Pero, la policía no es tonta y sabe cómo medir el tiempo del partido.
Si la gente tuviera espíritu crítico diría eso de «cuando veas las barbas del vecino cortar, pon las tuyas a remojar», pero las crisis nublan la vista y la indignación te hace buscar culpables.
Y es que los árboles impiden ver el bosque. Los mismos problemas que tenemos son los que tiene el mundo y Europa, la misma usura bancaria, los mismos recortes, las mismas subidas de impuestos, los mismos de derecha rancia haciendo el juego sucio a las mismas multinacionales y bancos que reciben las mismas ayudas públicas. Y es que en todas partes cuecen habas.
Y cuando durante tanto tiempo se ha estado negociando, consensuando y pactando en épocas de vacas gordas, los que salían en la foto al lado del delincuente, resultan tan delincuentes como el primero, y ya nadie recuerda que podemos salir a flote en estos días de apretarse el cinturón, gracias a lo conseguido y consolidado en épocas de abundancia.
Las empresas y la banca nos llevan leguas de ventaja. Han entendido que la guerra es global y han huido de localismos manteniendo la cuerda y el bozal de gobernantes y partidos, a quienes nunca condonarán la deuda de la hipoteca que les ayudó a subir al poder. ¿Cuándo entenderemos el significado de «divide y vencerás»? Compañeros y compañeras, los de la resistencia (Confederación Europea de Sindicatos) han tocado zafarrancho de combate y han fijado como el día D el 29 de septiembre, día de la Huelga General. No se trata sólo de mí y de ti y de unos cuantos funcionarios, se trata de nosotros y nosotras, del futuro de nuestros hijos e hijas, de nuestros mayores y de nuestro alumnado. Tienes un verano para consultarlo con la almohada.
Por dignidad, para desequilibrar la balanza, por los que con mucho esfuerzo y décadas consiguieron lo que hoy perdemos en unos pocos años. Despierta tu conciencia proletaria adormecida y aún con la resaca de algunos años de bienestar.
No te la pierdas. Acude a la madre de todas las huelgas. Cambia el curso de los acontecimientos. Ponle límites a los que nos ningunean. Haz oír tu voz.
29 de septiembre Huelga General en Europa