Editorial Funcionarización

14 de noviembre de 2017

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Funcionarización, un proceso a la deriva


Estamos asistiendo a un proceso de negociación, quizás el más importante de los últimos años, al menos para el PAS laboral. Pero el mundo parece girar al revés.

 

En un proceso de funcionarización hay tres actores; la Administración, el personal laboral y el personal funcionario. En el caso de la UMA, ésta espera mejorar y agilizar la organización y la dirección; el PASL espera ganar en estabilidad a cambio de ceder en su representatividad y derechos reconocidos en la legislación laboral, y el PASF confía en que le suponga mejoras profesionales.

 

Todo se financia con una sustancial reducción de las cuotas a la Seguridad Social (SS) al pasar de un régimen a otro. Cualquier negociación sobre funcionarización tiene unas lógicas repercusiones presupuestarias. Entre lo que los laborales dejan de enviar a las arcas de la SS más lo que los representantes de los trabajadores consigamos sacarle a la UMA, debiera obtenerse una subida PARA TODO EL PAS de entre un tres y un diez por ciento. Así, para el PASL sería una buena oportunidad; para el PASF, una subida que de otra forma no se produciría o tardaría muchos años en llegar; y para la UMA, una organización más simplificada y gobernable. Por tanto, lo lógico sería alcanzar un acuerdo donde NADIE pierda, todos ganen. Un acuerdo normal debe proveer a los laborales al equivalente de su grupo en funcionarios y al nivel donde el saldo retributivo sea positivo, y la addenda de ese acuerdo debe contemplar un plan de promoción para funcionarios para alcanzar los niveles a los que ha habido que colocar el personal laboral.

 

Sin embargo, lo que está sucediendo es que la UMA propone un documento y, en lugar de que éste se negocie y suponga MEJORAR LAS CONDICIONES DE TODO EL PAS SIN QUE NADIE PIERDA, nos encontramos con que con cada nueva propuesta es la Administración quien gana en perjuicio creciente para el PAS (laboral y funcionario).

 

Estamos ante un proceso a la deriva al que debe ponerse remedio para que no termine en disparate. Ciertamente la funcionarización es técnicamente algo muy complejo con multitud de categorías profesionales para traspasarlas a grupos, niveles y puestos de trabajo, pero en aras de la TRANSPARENCIA debería hacerse de una manera menos atropellada y teniendo en cuenta mucho más las inquietudes de toda la plantilla.

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