Está mucho en juego. Con las medidas planteadas por el gobierno se están poniendo en tela de juicio los propios servicios públicos como un bien básico que llegan a toda la población desprestigiando la función pública. Disponer de un servicio educativo, sanitario, de servicios sociales, de investigación… de calidad beneficia a quienes no pueden acceder a estos bienes desde la oferta privada, es decir, a la clase trabajadora.
No es verdad que hay muchas administraciones y mucho empleo público.
El número de funcionarios de nuestro país es BAJO con respecto a la media Europea e inferior al de países como Francia, Noruega, Alemania o Reino Unido. En Andalucía, nuestro número de funcionarios públicos por habitante es muy inferior al de otras comunidades autónomas como Madrid y Cataluña. En docentes estamos muy por debajo de la media europea y además Andalucía está incluso por debajo del resto de las comunidades autónomas. Sólo el 12% de los empleos públicos son de gestión y administración. El resto se destina básicamente a sanidad y educación.
Con este recorte no se soluciona el problema presupuestario.
Este recorte es el principio de una serie de medidas realmente perjudiciales para la calidad de la sanidad, de la educación y de los servicios sociales entre otros. De llevarse a cabo el plan expresado por la Ministra Salgado según el cual la tasa de reposición de los servicios públicos se reducirá a uno de cada diez funcionarios, en muy pocos años se produciría un enorme deterioro de la educación, la salud y los servicios sociales.
El salario de lo empleados públicos está por debajo de la media salarial.
Los salarios de los empleados públicos españoles se encuentran por debajo de la media de países europeos próximos.
Muchos de nuestros empleados públicos menos cualificados, e incluso cualificados con titulación no universitaria, disponen de un salario que apenas sobrepasa los 1.000 euros. Más del 60% de los empleados públicos cobran menos de 1.500 euros mensuales.
No es verdad que estas sean las únicas medidas posibles.
Las medidas planteadas además de afectar a la clase trabajadora (y a los pensionistas), no van a solucionar el problema del paro o la crisis y pueden agravarla al haber menos capacidad económica para el consumo. Otras medidas son más eficaces: incrementando los impuesto de las rentas más altas, grandes patrimonios y empresas con más beneficios, reduciendo el gasto militar (750 millones de las tropas en Afganistán, Líbano y Somalia; 950 millones en I+D de la industria militar, 1.400 millones en industria armamentísticas en 2010), Eliminando las exenciones que a los premios de loterías, apuestas y sorteos (1.165 millones), eliminando 20.000 de los 25.000 puestos de Libre Designación (1.120 millones al año), eliminación de la asignación tributaria a la Iglesia católica de la declaración del IRPF (250 millones), suspendiendo el fondo de reestructuración ordenada bancaria (90.000 millones), persiguiendo la economía sumergida y el fraude fiscal,… entre otras medidas.
Los 6.045 millones que pretende el gobierno recortar de la inversión pública entre 2010 y 2011 es posible hacerlo de otra manera más justa que cargándolo sobre el servicio público y sobre los pensionistas.
Sólo movilizándonos lograremos parar esto.
Tenemos numerosos ejemplos en los que con la movilización y con la toma de la calle los trabajadores han logrado contrarrestar propuestas que dañaban a la clase trabajadora y al sistema público.
La retención salarial de un día es poco comparable con lo que está en juego y que, de instaurarse, tardará años en recuperar. 1 día de huelga supone un 0,3% de nuestro salario anual, una reducción puntual y no consolidable, mientras que la propuesta de reducción salarial del Gobierno, es del orden de 20 veces ese porcentaje. Esa reducción se mantendrá para el futuro o por lo menos en los próximos años. Sólo con la fuerza de todos podemos pararlo. Los acuerdos salariales a los empleados públicos son, además, la base de los convenios colectivos y espejo en el que se miran la mayoría de las empresas. El futuro que en este sentido se nos viene encima, es desolador. Debemos obligatoriamente pararlo.